27 agosto 2017

Se acerca el otoño


Aunque a distancia, pero allí está, agazapado, esperando el mejor momento para aparecer. Lo veo asomar en las noches frescas, en las moras a punto de explotar, en las hojas de los árboles que van cambiando del verde al rojo y en los días nublados y lluviosos como el de hoy.  Por la mañana fuimos a pasear por los alrededores de Pamplona y traje conmigo todas estas fotos.  Por la tarde nos regalamos una comida en buena compañía y disfrutamos viendo caer la lluvia. También hice un bizcocho con huevos caseros (regalo de una entrañable compañera de trabajo) y compré unas bocas de dragón para plantar.
La semana que entra despedimos agosto, y en lo que a mí respecta, con todo el gusto del mundo.  Siento que nace una nueva fuerza en mí, justo la que me quita el verano.  Aunque quedan semanas aún, así que no cantemos victoria tan pronto.
Un abrazo ♥♥

23 agosto 2017

Estos días









Últimamente estoy bastante perezosa con la cámara.  Antes la llevaba siempre conmigo en el bolso, pero ahora justo me cruzo uno pequeño con el monedero, las llaves, el móvil y a correr.  Conclusión, pocas fotos que mostrar, como es logico.  Estas son las de semanas atrás, con un bizcocho en taza del chico, unas flores extrañas que han nacido en el jardín, un escaparate de pelucas, una ensalada hecha por sr. marido, un gintonic un sábado por la tarde, un paisaje de un pueblo llamado Esquivias que rozamos de visita a mis tíos en Madrid, una partida de ajedrez con mi hijo (al que hice jaque mate en dos ocasiones con su consiguiente enfado...) y un helado de menta que pidió sr. marido en un restaurante japonés.

Las tres últimas son de este viernes pasado. Todos los veranos se celebra en Pamplona un evento llamado "La Muralla a la luz de las velas", con miles de ellas dispuestas en el suelo, algún conciertillo y degustación de vinos. Suena bien ¿no?

Fui con el chico, que me propuso salir a dar una vuelta (ojiplática me quedé...), seguramente con la desinteresada idea de comer una hamburguesa por ahí.  Mi resumen de la noche fue:

- casi me parto los piños con los escalones mimetizados en la oscuridad.
- tropecé con un par de velas, poniéndome los bajos del pantalón (negro) hechos unos zorros.
- tuve que lidiar con el omnipresente malhumor adolescente provocado por cualquier hecho sin sustancia que realice su madre, como por ejemplo, respirar.
- salimos zumbando de la única hamburguesería que vimos, vaya usted a saber por qué...
- casi una hora esperando el bus de regreso a casa.

En fin, que cuando llegué no pude sentirme más feliz.  Ahora sí, al menos hice tres fotillos que aunque cutres servirán para no olvidar una noche tan ideal.
Un abrazo.

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